Aránguiz: "Soy muy desordenado"
Amateur, y a mucha honra
El Club Deportivo Nueva Esperanza, no es un club amateur cualquiera, al menos no para la familia Aránguiz: primos, hermanos, tíos, todos están volcados con el equipo de Puente Alto. “Es toda la familia. Hasta hoy”, cuenta el jugador del Inter, quien de niño fue entrenado no por uno de ellos, sino por su propia madre, que aún hoy pasa los domingos viendo los partidos de los cuadros infantiles del Nueva Esperanza, por la mañana, y del equipo adulto, por la tarde.
En enero, el Inter de Porto Alegre anunció el fichaje de Charles Aránguiz para fortalecer su plantel. Sin embargo, la afición colorada pronto comprobaría que el volante chileno era mucho más que un simple refuerzo.
El futbolista que llegó al Beira-Rio no venía solo para apuntalar el conjunto, y tampoco iba a limitarse a actuar en la posición de mediocentro. Ha cambiado por completo la imagen del equipo en 2014. Y como no sabe dónde ubicarse en el terreno de juego, ha decidido recorrer todo el campo.
“Lo de jugar por toda la cancha, en varias posiciones, ocurre porque no sé posicionarme”, admite Aránguiz, con una sonrisa irónica, durante la entrevista con FIFA.com. “Voy aprendiendo un poco, sobre todo aquí, en el fútbol brasileño, pero soy un jugador muy desordenado. Nunca sé muy bien si me encuentro en una posición buena para atacar o no, así que siempre estoy por todo el campo. Abel [Braga, entrenador del Inter] me llama continuamente la atención, porque quiere que vaya por la derecha y estoy por la izquierda. Sabe que soy algo desordenado, pero he mejorado mucho”.
Es más fácil ser tan sincero y autocrítico cuando el resultado de ese desorden es el rendimiento que está ofreciendo Aránguiz este año: en cuanto llegó, se convirtió en el gran protagonista del título del Inter en el Campeonato Gaúcho, lo que le valió ser elegido mejor futbolista de la liga estatal de Rio Grande do Sul. En 21 partidos disputados hasta la fecha, ha marcado siete goles, uno de ellos en la liga brasileña contra su acérrimo rival, el Grêmio, en el triunfo por 2-0 de su equipo en el primer clásico Gre-Nal jugado en el Beira-Rio tras la reforma del estadio.
A falta de una definición exacta, este chileno de 25 años fue presentado como un volante, aunque la hinchada del Inter ya se ha dado cuenta de que es mucho más que eso: roba balones en el mediocampo, los lleva hasta el ataque, se desplaza hacia las bandas para llegar a la línea de fondo y también remata, y todo durante 90 minutos, sin parar, como un auténtico motor.
Enseguida, Aránguiz dejó claro que su incansable voluntad de ir a por el balón era capaz de superar cualquier falta de orden. “De chico, hice varias pruebas: primero en el Colo-Colo, después en la Universidad de Chile. Y allá nos pidieron que dejásemos de jugar con nuestros equipos de barrio, para reservarnos”, recuerda. “Pero yo no vi ningún problema en seguir jugando con mis amigos. Hasta que un día me caí en aquellas canchas de tierra, y me desgarré la rodilla. Fui a entrenarme y le dije al técnico que me había caído en la escuela. Él contestó: ‘No, eso es de jugar en el equipo del barrio’. Y entonces me dijeron que no podía seguir en el Nueva Esperanza”.
Amateur, y a mucha honra
El Club Deportivo Nueva Esperanza, no es un club amateur cualquiera, al menos no para la familia Aránguiz: primos, hermanos, tíos, todos están volcados con el equipo de Puente Alto. “Es toda la familia. Hasta hoy”, cuenta el jugador del Inter, quien de niño fue entrenado no por uno de ellos, sino por su propia madre, que aún hoy pasa los domingos viendo los partidos de los cuadros infantiles del Nueva Esperanza, por la mañana, y del equipo adulto, por la tarde.
“Los niños fueron juntándose, y nadie quería entrenar al equipo infantil. Entonces se hizo cargo ella. Lo que le interesa a ella es el Nueva Esperanza. A veces ve partidos míos, pero lo primero es siempre su equipo. Su prioridad es el club”, afirma sonriendo Charles.
En la trayectoria que lo condujo desde Puente Alto hasta la selección chilena, tan solo su madre, la señora Mariana Sandoval, supera a Jorge Sampaoli como el mentor más importante en la vida de Charles. A las órdenes del argentino, Aránguiz obtuvo libertad para recorrer todo el campo con la Universidad de Chile, y fue elegido mejor jugador de su país en 2012. Y también con Sampaoli se consolidó en el combinado chileno que ha brillado en Sudamérica y que eliminó en la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014™ a España, llegando a marcar un gol en la victoria por 2-0 de los suyos sobre la entonces campeona del mundo en el Maracaná. Únicamente un balón al larguero de Mauricio Pinilla y una actuación inspirada de Júlio César en la tanda de penales le impidieron derrotar al país organizador en octavos de final de la cita mundialista.
“Sampaoli hace un trabajo importante, el de respetar al jugador: no tiene problemas en poner a alguien menos famoso en lugar de otro con mayor historial. Si uno rinde bien, juega”, afirma Aránguiz para describir al estratega de la talentosa generación chilena. “Tenemos una buena base, con gente como Alexis [Sánchez], Gary [Medel], Arturo [Vidal], Eduardo [Vargas]... Una base que todavía puede aspirar a grandes cosas”, asegura, nombrando solamente a jugadores de 27 años o menos, que asombraron a muchos en el Mundial gracias a su actitud y su afán por desplazarse por todo el campo, sin posiciones totalmente fijas, corriendo como posesos para presionar a sus rivales, ya desde el ataque. Precisamente, lo que ha hecho famoso a Aránguiz en los campos brasileños durante todo el año.
“Espero que pueda ser mi sucesor en el Inter, porque no es fácil para un extranjero triunfar en un país con un fútbol tan bueno”, escribió recientemente Elías Figueroa, el chileno que se convirtió en uno de los grandes ídolos de la afición del Inter de Porto Alegre en la década de 1970. “Aquí en Chile no se percibe en su justa medida el fenómeno que está siendo Aránguiz en el Inter”. Tal vez porque, incluso en su país, todavía hay quien cae en el error de pensar que Aránguiz es un volante al uso. No lo es. Y los Colorados lo saben perfectamente.