Gastos operacionales millonarios y un promedio de público bajo. La ecuación es nefasta para los clubes que no tienen un recinto particular. La "U", sin embargo, apuesta a cumplir un anhelo de años, aunque su cálculo más optimista es amortizar la inversión en 2040.
por Alvaro Poblete y Miguel Gassón
Números contra emociones. Un estadio es el sueño de todo hincha. Las hojas de cálculo, sin embargo, no necesariamente calzan con ese deseo. Igualmente el fútbol tiene sus propias reglas, no siempre apegadas a lo que dicta un manual de administración. De otra forma, Azul Azul no se habría embarcado en el proyecto de tener una casa propia para Universidad de Chile antes de 2020.
De los 18 clubes de Primera División en el balompié local, sólo hay tres que tienen su estadio. Colo Colo (Monumental), Unión Española (Santa Laura) y Huachipato (CAP) son los únicos que juegan como locales sin pago de arriendo. El resto de los equipos debe negociar. Un acuerdo por temporada, semanal o un comodato por una cierta cantidad de años. En el caso de la UC, la concesionaria Cruzados debe pagar 1.000 UF mensuales a la fundación CDUC (incluye complejo de entrenamiento).
En este contexto, la “U” sueña con su propia casa y está dispuesta a invertir cerca de 40 millones de dólares para conseguirlo. Una suma que, con una proyección optimista, recién se podría recuperar en 2040. ¿Dónde está el negocio, entonces? “El tener un estadio propio no sólo considera un tema de pertenencia importante y tremendamente esperado. Además, debiese generar un aumento consistente en la asistencia de público, en la cantidad de abonados, en el compromiso de los hinchas con su club”, explica Cristian Aubert, gerente general de Azul Azul.
Hay un argumento mucho más fuerte, eso sí. Va más allá de la calculadora. Se trata de la “sensación de legado”. Aubert describe este fenómeno como “el gran sueño de los hinchas. Un ícono que se mantendrá eternamente. Todo club que se considere grande e importante en el concierto internacional sueña con el estadio propio. Todo hincha desea tener su propio palco o su propio asiento, de por vida”.
Como sea, para la “U” tampoco es un buen negocio no tener estadio. En cifras redondas, al año gasta 500 millones de pesos por ser local en el estadio Santa Laura o el Nacional. Cada partido como anfitrión le cuesta desde $ 20 millones hacia arriba. Un clásico ante Colo Colo o la UC y un choque estelar (internacional o por un título) son las únicas jornadas en que al club le queda dinero en el bolsillo. Todo esto, según datos que registra Azul Azul.
La “U”, en todo caso, no es el mejor parámetro para definir si conviene o no tener un estadio en Chile. De hecho, desde la mayoría de los clubes aseguran que es imposible pensar en este plan como una idea rentable. Es ahí cuando aparecen las alternativas de los coliseos públicos. Deportes Iquique, por ejemplo, tiene un contrato de arriendo anual con la municipalidad nortina. Cada duelo en casa le cuesta entre cinco y seis millones de pesos. El acuerdo incluye los gastos de mantención de la cancha (el césped) por parte de Iquique, mientras que la alcaldía se ocupa de las refacciones de la estructura (baños, asientos, ingresos, etc.)
“Es imposible pensar en un estadio propio. No sólo por el elevado costo de su construcción, sino también por lo que significa mantener un recinto”, explica el presidente de Iquique, Cesare Rossi. Si no es un buen negocio, básicamente es porque el promedio de público como local es muy bajo. En el caso de los Dragones, apenas 2.800 personas (ver infografía).
El cuadro chileno que lleva menos público como local es Cobresal. Sólo 616 espectadores promedio. El conjunto de El Salvador tienen un acuerdo de comodato con Codelco, que le permite ocupar el estadio El Cobre, con capacidad para 20 mil personas. El contrato es ideal para la escuadra minera, que se hace cargo de toda la mantención del complejo: $ 5 millones al mes, a los que se suma dos a cinco millones por partido.
PROPIETARIOS
Los casos de Colo Colo y Unión Española son aparte. Entre arriendo a otros clubes o para otro tipo de eventos, los rojos perciben al año $ 317 millones. Y el costo de su mantención por temporada, incluidos gastos operacionales y de personal, alcanza los $ 218 millones. “Pocos en Chile tienen el privilegio nuestro. Desde el punto de vista económico, el Santa Laura es rentable”, asegura Johnny Ashwell, ex futbolista y hoy gerente general del elenco hispano.
Para Colo Colo también es un activo importante. Por ser el recinto particular más grande del fútbol chileno (47 mil personas), el Monumental es más caro de mantener. Sólo por un recital, sin embargo, ByN puede cobrar hasta 60 millones de pesos, dependiendo los días en que su estadio estará reservado. Además, el promedio de público del Cacique es alto para el medio local.
SUBSIDIOEs un hecho que la renovación de los estadios en el fútbol chileno no hubiese llegado sin el aporte de dineros fiscales. En 2008, en el anterior período de Michelle Bachelet, se lanzó el plan Red de Estadios del Bicentenario y en 2011, ya con Sebastián Piñera en La Moneda, el proyecto Chilestadios. En total, 17 recintos del balompié profesional se remodelaron, la mayoría con estándares FIFA, apropiados para recibir eventos internacionales, como el Mundial Sub 17 y la Copa América, que se disputarán el próximo año. La inversión, sumando ambos planes, es de 300 millones de dólares.
Audax Italiano fue uno de los beneficiados con este programa. Se quedó con el Bicentenario de La Florida, tras firmar un comodato con la municipalidad. Su presidente, Lorenzo Antillo, destaca que “sí se ha logrado una identificación de nuestros hinchas con el estadio, pero está claro que un estadio no es rentable sólo por el fútbol. Sólo se puede rentabilizar con otros eventos”.
Visto así, lo más cómodo para la mayoría de los clubes sin casa propia es seguir en su condición actual. La excepción es la “U”, que ya oficializó una inversión millonaria para cumplir un sueño.